En este artículo se analizan algunos de los aspectos que hoy en día preocupan a los docentes que ven como las tecnologías van incorporándose a la enseñanza. Es necesario reflexionar sobre la importancia que tiene el uso de estas tecnologías y cómo la omisión de las mismas puede suponer una barrera fundamental en la capacitación y competencia de los jóvenes que se forman para un futuro en el que las tecnologías ya están presentes. Los niños y jóvenes se familiarizan de forma rápida con ellas, principalmente a través del juego y de espacios de ocio y entretenimiento. Aprenden a utilizarlas de una forma más natural que sus profesores (nativos digitales frente a adultos que se intentan acomodar a un nuevo entorno no sólo como usuarios, también como aprendices y como docentes).
Las nuevas habilidades imprescindibles para hacer ciudadanos compententes para la sociedad suponen conocer y manejar de forma eficaz esas tecnologías. Al integrar estas tecnologías en el proceso de enseñanza aprendizaje el profesor no solo asume un reto de cara a los alumnos también debe asegurarse que esta utilización no se queda en una reproducción de lo que ofrece la red. El miedo a plantear trabajos y que los alumnos se limiten a copiar la información de las publicaciones que se encuentran en Internet es un miedo real. Por ello, también el profesorado debe modificar sus estrategias y plantear trabajos en los que los estudiantes no solo tengan que ofrecer contenidos, realmente las nuevas herramientas propician una búsqueda de información distinta, favorecen la investigación, el filtrado, el análisis de los contenidos, el debate utilizando las herramientas adecuadas con sus compañeros y compañeras y por último la elaboración de nuevos productos que, sin pretender ser innovadores o creativos en su contenido, esto sería una verdadera utopía, si puedan ofrecer diferentes puntos de vista, un acercamiento a los problemas planteados con una visión distinta y creativa, trabajos en distintos formatos poniendo en juego diferentes competencias (edición de textos, imagen, vídeo, sonido… realización de fotografías… publicación de artículos, creación de blogs, etc..
Es en este acercamiento al aprendizaje en el que el alumno toma el papel protagonista y construye su conocimiento en el que se haya la verdadera innovación. Si el profesor se limita a plantear preguntas y a esperar respuestas cerradas sin opción a que los estudiantes pongan en marcha otros tipos de mecanismos, se arriesga a facilitar que los alumnos se limiten a acceder a Internet para copiar y reproducir la respuestas sin haber puesto en marcha otras habilidades y exigencias. Este modelo reduccionista empobrece el proceso, lo castra, y convierte Internet y las tecnologías en general en herramientas limitadoras sin nada que ofrecer al estudiante. Por ello el profesorado debe aprender a utilizar las tecnologías primero como usuario, luego como profesor y en ambos perfiles partiendo de un acercamiento exigente y crítico que busque más que respuestas y se fije más en el proceso que en el objetivo final. Y este proceso enriquecido y complementado tanto en la utilización de las tecnologías como en el planteamiento de metodologías que permitan el trabajo colaborativo y favorezcan el compartir conocimientos. Las tecnologías permiten todo esto pero los profesores deben estar capacitados para poder llevar a cabo este modelo, tanto en los aspectos tecnológicos como metodológicos. Ello permitirá aprender a los estudiantes aprovechando la información disponible de una forma creativa y no limitándose a plagiar los trabajos que otras personas puedan haber publicado en la red.
En mi opinión, la respuesta a la pregunta planteada en el comienzo de este texto es que dependerá del planteamiento hecho por el profesorado a sus alumnos y en la forma en que eduquemos a nuestros estudiantes.
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