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jueves, 8 de octubre de 2015

El pensamiento científico en nuestro día a día


El ser humano necesita de cotidianidad y de rutina para sentirse seguro ante el mundo y para poder afrontar sin angustia los problemas del día a día. Esta forma de enfrentarse a la vida ordena en cierto modo su mente, pero también hace que día tras día se reproduzcan involuntariamente modelos de vida (de comportamiento, de alimentación, de consumo…) que quizás no sean los mejores o los más adecuados. 
Debemos buscar el equilibrio entre la seguridad que aporta la rutina y la búsqueda constante de la verdad, entendiendo ésta como exploración para encontrar la mejor solución,  la mejor opción ante las dificultades del día a día. Esta búsqueda de equilibrio no puede ser afrontada sin un ingrediente fundamental: la creatividad.

 A lo largo de los años se ha negado esta característica al pensamiento científico pero es evidente que sin ella, sin su inspiración los científicos carecerían del motor necesario para descubrir nuevos modelos, nuevos paradigmas, nuevas verdades… y sus trabajos caerían en una repetición que les alejaría de su objetivo final. 
Repetir los mismos métodos conduce siempre a los mismos resultados, por ello es imprescindible afrontar esta búsqueda desde planteamientos innovadores y originales.