jueves, 8 de octubre de 2015

El pensamiento científico en nuestro día a día


El ser humano necesita de cotidianidad y de rutina para sentirse seguro ante el mundo y para poder afrontar sin angustia los problemas del día a día. Esta forma de enfrentarse a la vida ordena en cierto modo su mente, pero también hace que día tras día se reproduzcan involuntariamente modelos de vida (de comportamiento, de alimentación, de consumo…) que quizás no sean los mejores o los más adecuados. 
Debemos buscar el equilibrio entre la seguridad que aporta la rutina y la búsqueda constante de la verdad, entendiendo ésta como exploración para encontrar la mejor solución,  la mejor opción ante las dificultades del día a día. Esta búsqueda de equilibrio no puede ser afrontada sin un ingrediente fundamental: la creatividad.

 A lo largo de los años se ha negado esta característica al pensamiento científico pero es evidente que sin ella, sin su inspiración los científicos carecerían del motor necesario para descubrir nuevos modelos, nuevos paradigmas, nuevas verdades… y sus trabajos caerían en una repetición que les alejaría de su objetivo final. 
Repetir los mismos métodos conduce siempre a los mismos resultados, por ello es imprescindible afrontar esta búsqueda desde planteamientos innovadores y originales.

La inspiración, la imaginación, la serendipia, la observación, el análisis y por supuesto la necesidad… son necesarias para afrontar la vida desde el pensamiento científico pero también para nuestro día a día. Son los motores que ponen en marcha nuestra creatividad y que por tanto pueden ayudarnos descubrir nuevas verdades, a romper con las ideas preconcebidas, con los prejuicios, con los dogmas…cuestionar y valorar de nuevo nuestros planteamientos inspirados por los modelos científicos nos ayudará a buscar respuestas más reflexivas, adaptadas a nuestro contexto, a nuestra visión… y no a un contexto o visión ajenas a nosotros mismos, a nuestra realidad. 
Ello no significa que debamos empezar de cero cada día, las innovaciones, los descubrimientos científicos… no son fruto de una mente, son el resultado de la mente colectiva, del trabajo de muchos… y por ello es necesario partir de lo conocido para seguir avanzando, pero no habrá avance sin cuestionamiento, sin nuevos planteamientos, sin nuevas preguntas…

 Los científicos se han enfrentado a lo largo de la historia con numerosas dificultades para exponer sus nuevas ideas o innovaciones. Muchos pensadores y científicos han  pagado con su propia vida el aportar una nueva mirada a la búsqueda de la verdad. Todos recordamos inmediatamente a Giordano Bruno, a Galileo, a Miguel Servet,.. Pero también hoy en día se sigue manteniendo un modelo dogmático ante las nuevas ideas y sobre todo ante las personas que defienden modelos diferentes a lo establecido, que defienden otra interpretación de la realidad. Uno de los más recientes es AAron Swartz. Este joven que desarrolló el protocolo RSS y aportó no pocas ideas en las que hoy se basa Internet ofreció una visión innovadora sobre un Internet social de libre acceso a la información. Este planteamiento absolutamente innovador en su momento hizo que su vida se convirtiera en una verdadera pesadilla que acabó con su propia vida con tan solo 26 años de edad, hace muy poco, en 2013. Si queréis conocer quién era y su legado os recomiendo el vídeo El hijo de Internet: La historia de Aaron Swartz: 


El inspiró una Internet del conocimiento. Gracias a su visión y a la de otros muchos innovadores que además son contemporáneos nuestros, las tecnologías han hecho posible acceder a gran número de información. Podemos conocer lo que otras personas piensan y al mismo tiempo dar a conocer nuestras ideas de manera rápida e inmediata. Los científicos de todo el mundo están conectados, lanzan sus ideas, las comparten, hacen sus experimentos y comparten sus datos pero también acceden a los datos obtenidos por científicos del otro lado del mundo… nunca a lo largo de la historia de la  humanidad se ha producido una puesta en común global del conocimiento como la que vivimos hoy en día. 
Un ejemplo de cómo se conectan estas ideas para avanzar en el estudio de enfermedades puedes verlo en el mismo vídeo mencionado anteriormente (desde el minuto 1:40:58 hasta el minuto 1:44:59) en el que se menciona a un joven de 14 años que accedió a JSTOR  [1] y descubrió una forma de detectar más temprano el cáncer de páncreas. Este cáncer es mortal debido a que se detecta muy tarde. Él chico envió emails al departamento de oncología del Hospital Johns Hopkins donde su correo fue ignorado debido a su edad, pero un investigador le dio una oportunidad y le invitó al hospital, donde trabajaron juntos y desarrollaron un test para detectar el cáncer pancreático de forma más rápida.
Pero estos avances no serán suficientes si el acceso a esta información, a estos conocimientos no se hace con un criterio científico. Contrastar, no bloquear, las informaciones, replicar los experimentos, cuestionar las ideas dogmáticas por banales que nos puedan parecer es necesario para afrontar con inteligencia y criterio científico el cúmulo de información que circula en la red. Abrir nuestra mente a nuevas ideas, flexibilizar nuestro pensamiento, conectarlo… es el primer paso para ver nuestra realidad desde un punto de vista más científico.



[1] JSTOR es un sistema de archivo en línea de publicaciones académicas. Fundada en 1995, JSTOR es una sociedad estadounidense sin ánimo de lucro con base en la ciudad de Nueva York.

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